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Foto del escritorPilar Espinosa

Subiéndome al tren. La Casa de los Famosos y Estigma de la Salud Mental.

Co-autoras: Cecilia Berlanga y Pilar Espinosa


La controversia alrededor de la Casa de los Famosos 2, reality show que rompió récord de audiencia, incluso obteniendo el título del programa más visto del 2024 en su capítulo de estreno por la empresa Endemol Shine BD, hay un espacio para hablar por tercera vez en este blog, del estigma alrededor de la salud mental, la enfermedad mental, los psicofármacos y la violencia. 




El Heraldo de México publicó hace unos días que, en el periodo de las 6 eliminaciones, se han registrado 128 millones de votos con más de 266 millones de horas consumidas en el servicio de streaming VIX. Asegurando que las galas dominicales del programa son lo más visto en TV abierta. También notan que el domingo pasado el reality provocó 26 tendencias en la red social X. Estos datos resultan relevantes para entender la gran cantidad de personas que están enganchadas al contenido, ya sea en redes sociales, streaming o televisión abierta. 


El éxito del formato de programa de los reality shows nos da evidencia del gusto de los espectadores por el drama y la toma de decisiones difíciles en un ambiente tenso. En este programa los participantes se encuentran aislados de su familia, de sus amigos y viviendo con desconocidos. Algunos presentando conductas problemáticas, que pueden o no ser parte del show, ya sea plan de las productoras o conductas que los mismos participantes usan como estrategia para buscar un beneficio. En algunos programas hay consumo de alcohol, riesgo de muerte, premios importantes como dinero, empleos, etc. que suma al drama.


La segunda temporada de La Casa de los Famosos 2 (LCDLF2), un reality show popular, así como otros reality shows, refleja problemáticas sociales, especialmente relacionadas con la salud mental y el estigma alrededor de ella, la violencia verbal y emocional, y la misoginia. Esta cultura televisiva y de algunos contenidos a los que los espectadores estamos expuestos impacta cómo vivimos nuestro día a día y enfrentamos problemáticas sociales.

Como espectadora o espectador nos invita a reflexionar sobre alguna situación similar en una especie de exploración de valores y apego a una conducta que refleje nuestros valores.


La fascinación de estos programas es la manera de observar el experimento social que nos permite vernos a nosotros mismos en nuestras dinámicas sociales desde una perspectiva desde afuera. Este formato de programa invita a la reflexión de observarnos a nosotros mismos desde afuera, en una especie de meta-pensamiento, no solo de nosotras, sino de la realidad que la sociedad presenta. 


Algo que se ha atribuido al éxito de los reality shows es que los espectadores suelen tener una predilección por alguno de los participantes, es decir se reflejan con uno o varios personajes, talvez por compartir alguna experiencia de vida, el origen familiar, su ambiente o simplemente sentir que comprende las experiencias de las que habla y vive en cámara. Este contenido resulta relévente cuando esa persona en el programa es la que gana, y es comprendida – cómo lo vimos en la edición pasada con Wendy- pero qué pasa cuando es juzgada, funada, criticada o se ha disminuido su valor frente a millones de personas que forman el público. 


Desde que empezó la transmisión de la “Casa de los Famosos México 2”, empezamos a escuchar en tendencia una queja generalizada sobre la violencia verbal entre las y los participantes. Se exponía información personal, privada y probablemente secreta, de otras u otros con ganas de… ¿Lastimar, vulnerar? ¿Generar morbo? ¿subir el rating del show? ¿sentir poder? o ¿Estrategia de Juego? – ejemplo Shanik- quien exponía problemas o situaciones de la vida personal polémicos de las y los participantes. 


Semanas después, el contenido comenzó a subir de tono, dándonos un retrato muy textual de muestra, violencia verbal, misoginia, amenazas y burlas alrededor de la salud mental y la toma de medicamentos de algunos de los participantes. Así como las reacciones evidentes de clara vulnerabilidad y afectación psico emocional a los participantes que estaban recibiendo estas agresiones. 


Estos videos tan crudos, evidencian al espectador como la violencia verbal afecta a las y los participantes de la casa, normalizando el abuso verbal, generó un gran descontento social en redes y los patrocinadores quitaran su apoyo como una manifestación de inconformidad de la inacción ante estos eventos, exponiendo salud mental de más de un participante. 


Si bien esto no es aceptable en ningún contexto, expone una realidad en el día a día de muchas y muchos mexicanos, con la violencia verbal y emocional, así como la descalificación de condiciones psiquiátricas y la misoginia, en el mundo real.


La escena en la que Gala Montes y Adrian Marcelo, tienen una discusión acalorada sobre temas delicados de la vida de Gala Montes, su infancia, condición psiquiátrica, historia familiar y género, del reality show muestran cómo una mujer puede ser definida y encasillada en un ‘tipo de persona’ por su historia de vida o forma de cuerpo y cómo alguien puede creer, saber sobre enfermedades mentales y utilizarlo en detrimento de la persona. Como si el diagnóstico y el tratamiento fueran algo negativo y totalmente peyorativo. 


La realidad supera la ficción y este caso no es excepción. La mayoría de las personas con problemas de salud mental sufren, no solo por los síntomas, sino por las palabras de otros frente a su problema, cuestionando si están enfermos o ‘locos’, afirmando entender lo que sufren sin tener empatía, poniendo a los psicofármacos cómo el veneno y no la cura. 


Si a esto sumamos el enorme problema de género que existe en nuestro país, las más afectadas, sin duda, son las mujeres. Según la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP), las mujeres en México tienen una mayor prevalencia de trastornos mentales que los hombres. Las mujeres son más propensas a padecer ansiedad (En México, 10.4% de las mujeres son diagnosticadas con ansiedad y 6.6% de hombres) y depresión (En el mundo, a depresión afecta aproximadamente al 9.7% de las mujeres, en comparación con el 5.4% de los hombres). Esto se atribuye, en parte, a factores hormonales, sociales y de género, que hacen que las mujeres sean más vulnerables a la depresión.




Así cómo no es culpa de la víctima ser violentada, tampoco del enfermo o enferma tener una condición psiquiátrica. La falta de empatía, la ignorancia sobre la salud mental y la normalización de la violencia son las principales causas,  el estigma hacia los trastornos mentales sigue siendo un obstáculo importante. Muchas personas evitan buscar ayuda por temor a ser etiquetadas o discriminadas, lo que retrasa el diagnóstico y tratamiento. 

30% de los mexicanos experimentarán un trastorno mental a lo largo de su vida

La salud mental en México es un tema de creciente preocupación, con varios datos que destacan los retos en este ámbito. Según la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP), alrededor del 30% de los mexicanos experimentarán un trastorno mental a lo largo de su vida. Los trastornos más comunes son la ansiedad (14.3%) y la depresión (9.2%); y menos del 20% de las personas con un trastorno mental en México reciben tratamiento adecuado, debido a factores como la falta de infraestructura, escasez de profesionales en salud mental y estigma social. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo hay 4 psiquiatras por cada 100,000 habitantes en México, una cifra baja comparada con otros países.


Estos datos reflejan la necesidad urgente de mejorar el acceso a servicios de salud mental, concientizar sobre el impacto de los trastornos mentales y reducir el estigma asociado a ellos.


El impacto de discursos violentos, ya sea en un programa, una oficina o en casa, es inaceptable y no debe ser tolerado. La persona violenta es aquella que habla mal de otros usando adjetivos como locos, personas que se hacen para obtener algo – “la depresión no es un botón que se prende y apaga”-. Personas que usan información personal, cómo que la persona se encuentra en tratamiento, para violentar ya mejor tomate tus chochos, que hablan sobre los trastornos mentales desde la ignorancia, que apoyan que es la voluntad lo que quita la enfermedad y que por el pasado o experiencia de vida la persona ya no tiene oportunidad de sanar – “si viviste explotación infantil”, ejemplo Adrián Marcelo. 


En referencia al caso de Adrián Marcelo y su uso de la salud mental como arma en sus interacciones con otros participantes, ejemplificando la forma en que los trastornos mentales son a menudo desestimados o utilizados como insulto. La reacción de los patrocinadores, poniendo distancia frente a toda esta polémica, parece congruente en un mundo que intenta ser más evolucionado, que entiende más y mejor. 

Como publico genera un impacto observar que el participante más extrovertido, más estratega y menos medicado del show no es necesariamente el más sano, y cómo causa daño aquel entorno que no apoyan nuestra humanidad, integridad y salud mental, sobre todo donde se encuentran personas violentas, verbal, emocional o físicamente violentas.  Alejarse siempre será la mejor decisión.  


La tolerancia a un discurso violento solo genera más violencia. El que veamos este tipo de interacciones personales en televisión abierta  nos invita a reflexionar sobre nuestra postura frente a la violencia, a la salud y frente a las interacciones con personas con enfermedades mentales. ¿Qué valores están en juego? ¿Qué tan sano estoy? 

 

Todos podemos ser parte del cambio al estigma de la salud mental al ser más prudentes con nuestros discursos y nuestras conductas en el día a día e informarnos más de qué es la salud mental y que impactos tiene sobre las personas. Entender que es posible que alguien muy cercano a nosotros pueda estar sufriendo síntomas de alguna enfermedad mental o encontrarse en un proceso terapéutico o médico.


Que lo que decimos puede hacer sentir a nuestra persona querida, altamente ofendida u ofendido, violentada o violentado. Que vale la pena ser cautelosos al hablar de alguien enfermo, o con un diagnóstico, o de dar un juicio de valor frente a un tratamiento médico y evitar a toda costa usar diagnósticos como adjetivos. Así, nos permitimos escuchar más, ser más tolerantes, seguir siendo curiosos y educarnos para poder pensar y comprendernos mejor.  Dra. Cecilia Berlanga Flores, Psiquiatra MHCI. Pilar Espinosa Martínez


[1] El metapensamiento, también conocido como metacognición, es la capacidad de reflexionar sobre los procesos de pensamiento y de aprendizaje

[2] "Funar" es un verbo que se usa en Chile para referirse a la organización de actos públicos de denuncia contra personas u organismos relacionados con actos de represión. Estos actos se llevan a cabo frente a la sede o domicilio de la persona o entidad señalada

[3] Medina-Mora, M. E., Borges, G., Lara, C., Benjet, C., Blanco, J., Fleiz, C., & Rojas, E. (2003). Prevalencia de trastornos mentales y uso de servicios: Resultados de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México. Salud Mental, 26(4), 1-16. https://www.medigraphic.com

[4] Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, Secretaría de Salud, & Universidad Nacional Autónoma de México. (2007). Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México.

[5] Organización Mundial de la Salud. (s.f.). Salud mental en el mundo. Recuperado de https://www.who.int/

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